lunes, 9 de septiembre de 2013

El reto de Microsoft

La empresa de las ventanas en pantalla tendrá que convencer a los clientes de Nokia de que sus productos sirven para algo más que para hablar y mandar SMS


Para la mayor parte de consumidores de Europa Occidental, el móvil es un aparato que sirve para compartir fotografías, mandar y recibir emails y whatsapps, navegar por internet, orientarse por GPS, estar en Instagram, Twitter, Facebook... y también para hablar con personas. Así lo atestiguan los datos de la consultora especializada IDC, según la cual el 75% de los teléfonos móviles vendidos en Europa Occidental en los últimos doce meses han sido smartphones. Buena noticia para productores y agregadores de contenidos y apps, para operadores móviles, y también, cómo no, para productores de terminales... menos para Nokia.

Según los mismos datos de IDC, el segundo trimestre europeo otorga a Nokia -ahora Microsoft- una cuota de mercado en teléfonos móviles del 13,2%, empatado en el segundo lugar con Apple. Samsung lidera el mercado con un 43,4%.

¿Qué sucede si nos fijamos solo en los smartphones vendidos por cada cual? Samsung sigue en cabeza con un 42,9%, seguido de Apple, con un 17,5%. Para encontrar a Nokia-Microsoft hay que desplazar la vista hasta la quinta posición, donde a lo sumo puede presumir de un modesto 5,5%; le superan Sony (11,3%) y LG (8%). Son estas dos últimas marcas, junto con Apple, las que aumentan cuota de mercado en smartphones respecto al conjunto de teléfonos móviles. La posición de Samsung queda más o menos inalterada.

Ahí se nos revela el problema estratégico de Microsoft con Nokia: cómo hacer que sus clientes migren del teléfono que sirve básicamente para hablar al teléfono que también sirve para hablar. El obstáculo ya no es de tecnología: Windows Phone cuando menos cumple con las expectativas de los usuarios. Tal vez sea de marketing, de dimensión de ecosistema, de relación con los operadores. Pero el problema es serio, y sucede precisamente en Europa Occidental, hasta hace pocos años considerado mercado casi cautivo de la hasta ahora compañía finlandesa. ¿Ya saben en Seatlle cómo devolverle la vida a una marca zombie?

martes, 3 de septiembre de 2013

La segunda oportunidad de los operadores móviles

Caos en la lucha por el tercer lugar: la operación Nokia-Microsoft añade incertidumbre y da a Firefox OS una gran baza

Me viene ahora a la cabeza el comentario de un líder socialista español de hace unos 30 años, cuando la izquierda ganó por primera vez unas elecciones en régimen de monarquía parlamentaria: a partir de ahora a España no la va a conocer ni la madre que la parió. Pues algo parecido podríamos decir, creo, del segmento de mercado global integrado por unos 80-100 millones de smartphones -sin contar el mercado de tablets y otros dispositivos parecidos- por lo menos. Viene a ser ese el volumen del nicho anual de ventas de teléfonos inteligentes no iOS-no Android que podríamos estimar a partir de los últimos resultados trimestrales. Yo tiendo a fiarme en este capítulo de las estimaciones que ofrece en su blog el consultor Tomi Ahonen.


El segundo trimestre se vendieron en el mundo 232,7 millones de teléfonos móviles inteligentes. La hegemonía de Android (79% de cuota de mercado) no amenaza en la práctica la posición de Apple, que mientras se debate acerca de su exploración de los segmentos más bajos de la población mantiene un 13,4% muy interesante. Lo que viene después es un magma de sistemas operativos integrado por unos 18 millones de unidades: buena parte de este paquete corresponde a sistemas marcados por la incertidumbre: la parte del león es para Windows Phone, una tecnología cuyos principales fabricantes son Nokia... y Samsung. BlackBerry, el siguiente, es un negocio con el cartel de se vende en la fachada. El tercero de la lista, Bada, un sistema de Samsung que tiene por delante la transición hacia su nuevo sistema Tizen. En último lugar, ese capítulo de otros en el que cabrá de todo.





Mi pregunta es: ¿cuántos de esos otros, una partida de 1,3 millones de aparatos, corresponden a Firefox OS, ese sistema operativo aparentemente revolucionario, basado en HTML5, y apadrinado por una alianza con la fundación Firefox en la que mandan sobre todo los operadores móviles, y singularmente Telefónica? Más aún: ¿qué están dispuestos a hacer sus promotores por llevarse la parte del león de ese ocho por ciento que sí podría dar lugar a un ecosistema de contenidos futuro de envergadura? No se nos olvide que en este momento ya se venden en el mundo más teléfonos inteligentes que tontos, y que el mercado smartphone alcanzará pronto la cifra fetiche de mil millones de unidades/año. Y creciendo sobre todo a costa del segmento de consumidores de poder adquisitivo bajo, que aspiran a un aparato con apariencia y prestaciones de iPhone por una cuarta parte de su precio. Y que no aceptan, por ejemplo, limitaciones para utilizar la última versión de Instagram, Facebook o Twitter.


¿Dónde van a adquirir estos consumidores sus teléfonos con cámara, interfaz táctil y conexión de datos? La mayor parte lo harán a través de sus facturas telefónicas, con terminales subvencionados.
Teniendo en cuenta que Microsoft-Nokia ofrece unos teléfonos con un sistema que incorpora la máxima integración con Skype, el sistema que permite llamar por teléfono a cualquier parte del mundo esquivando las tarifas de voz, ¿de verdad en Microsoft esperan que Telefónica o Singtel, por ejemplo, coloquen a los Lumia en primera línea de los escaparates en detrimento de un Android o un iPhone?



Desde que Schumpeter nos describió los procesos de innovación en el capitalismo manejamos con soltura aquello de la destrucción creativa: en el mundo móvil, el surgimiento de lo nuevo -las plataformas, en este caso, y su secuela de apps y de dispositivos y servicios ad hoc- acaba provocando el desmantelamiento de lo viejo, en este caso los modelos tradicionales, llámense de jardín valladoon deckpush, o como se prefiera.


Todo suena, pues, como un escenario soñado por aquellos operadores de telecomunicaciones, antaño creadores del mercado de las comunicaciones móviles, y preteridos por las plataformas en el proceso de creación de valor añadido. Con un Firefox OS robusto, con una base de usuarios satisfecha y fidelidad, las telecoms tendrían una segunda oportunidad de engancharse al negocio del contenido móvil constituyendo una auténtica plataforma basada en un ecosistema de contenidos ricos, con desarrolladores interesados con su desarrollo. Además, la ruptura del duopolio práctico Apple-Android les permitiría mejorar su posición negociadora como vendedores minoristas de terminales. Telefónica es una empresa tan grande que seguro que en algún rincón de su complejo madrileño de edificios high tech tiene a alguien haciendo un análisis parecido a este, y por supuesto mucho mejor amueblado. La duda es: ¿acertarán esta vez?

Microsoft, Nokia, y las cartas boca arriba

Los más contentos, los accionistas de Nokia que se quitan de encima el negocio de móviles a precio de saldo


La noticia está ahí: Microsoft compra la división de móviles de Nokia por 5.440 millones de euros, con la intención de dotar a su sistema operativo Windows 8 -no sé ya si llamarle Windows Phone 8, o de cualquier otro modo que se le ocurra a la compañía- de un hardware propietario.



Interesantísimo movimiento estratégico, predicho por muchos y por alguno desde el principio: ¿pueden dos cojos andar como un solo hombre? Ambas empresas tienen una cosa en común: han llegado tarde a la revolución de las plataformas móviles, que con su entorno de tiendas de aplicaciones, desarrolladores-productores de contenidos de todo tipo y consumidores ávidos de comunicación ubicua está transformando el paisaje de la cultura y la sociedad del siglo XXI.


En lo demás, cada uno de los contratantes tiene su propia forma de llegar tarde: Microsoft llega tarde casi siempre, pero las toneladas de liquidez de su balance le han permitido hasta ahora aplastar a sus competidores directos, o por lo menos parar el golpe. Tuvieron la arrogancia de despreciar la creación de Internet como red de consumo en los 90, creando su propia red (Microsoft Network, luego originaria de las siglas MSN); posteriormente repararon en parte su arrogancia entrando como hipopótamos en el negocio de los navegadores con un Internet Explorer obligatorio, empotrado en Windows (¿se acuerdan de Netscape, ahora felizmente reconvertido en Firefox?); su falta de empatía hacia lo móvil se relata solo con recordar los años que han tardado en poner en el mercado algo que pudiera remotamente asemejarse a lo que tenían los usuarios de Android o de Apple; al fin y al cabo, su mayor error en el mundo de la informática personal, que no es otro que su negativa a apostar en serio por la interfaz gráfica (pasaron más de diez años desde el primer sistema de Apple hasta Windows 2000, copia mala de todo lo creado en la empresa de la manzana) no fue castigado por los usuarios, que siguieron apegados a sus PC de plataforma Wintel -apodo del mundo Windows/Intel- a pesar de la superioridad tecnológica de Apple. Eran otros tiempos.



La tardanza de Nokia se remonta a finales de la década pasada, cuando nació el iPhone, que en la segunda versión de su sistema operativo -la primera no estaba a la altura de las expectativas de los usuarios- le daba sopas con honda a todo lo que sonara a Nokia: multitarea, interfaz multitáctil, y, sobre todo, un entorno -llamémosle plataforma- atractivo para desarrollar todo tipo de aplicaciones, poner contenidos al alcance los usuarios. Mientras tanto, en Nokia daba la impresión de que observaban la realidad mirándola por encima del hombro -posicionamiento de Google con Android incluído-, sin tener presente que era hora de darse prisa con la actualización de un sistema operativo obsoleto -Symbian-, el establecimiento de relaciones comerciales positivas con los operadores de redes y, sobre todo, que debía comprender que el App Store de Apple y el Android Market de Google habían cambiado las reglas del juego con audiencias y con desarroladores.


Los que sí pueden estar contentos con el resultado son los que hasta ayer eran sufridores accionistas de Nokia: sus acciones han subido un 35% en un día. No está mal. Pero el precio pagado por Microsoft a cambio de Nokia, siendo mucho dinero, es ridículo si lo comparamos con el valor en bolsa, por ejemplo, de Red Eléctrica española. Con esos 5 mil y pico de millones de euros no podríamos comprarnos ni siquiera una décima parte de Inditex, el grupo industrial textil líder dueño de Zara, número uno en capitalización de la bolsa española. Y no nos olvidemos de que Nokia se halla, ni más ni menos que entre las veinte marcas más valiosas del mundo. Otro día hablamos del negocio desde el punto de vista de Microsoft, cuyos accionistas no parecen nada convencidos con el negocio.