martes, 3 de septiembre de 2013

La segunda oportunidad de los operadores móviles

Caos en la lucha por el tercer lugar: la operación Nokia-Microsoft añade incertidumbre y da a Firefox OS una gran baza

Me viene ahora a la cabeza el comentario de un líder socialista español de hace unos 30 años, cuando la izquierda ganó por primera vez unas elecciones en régimen de monarquía parlamentaria: a partir de ahora a España no la va a conocer ni la madre que la parió. Pues algo parecido podríamos decir, creo, del segmento de mercado global integrado por unos 80-100 millones de smartphones -sin contar el mercado de tablets y otros dispositivos parecidos- por lo menos. Viene a ser ese el volumen del nicho anual de ventas de teléfonos inteligentes no iOS-no Android que podríamos estimar a partir de los últimos resultados trimestrales. Yo tiendo a fiarme en este capítulo de las estimaciones que ofrece en su blog el consultor Tomi Ahonen.


El segundo trimestre se vendieron en el mundo 232,7 millones de teléfonos móviles inteligentes. La hegemonía de Android (79% de cuota de mercado) no amenaza en la práctica la posición de Apple, que mientras se debate acerca de su exploración de los segmentos más bajos de la población mantiene un 13,4% muy interesante. Lo que viene después es un magma de sistemas operativos integrado por unos 18 millones de unidades: buena parte de este paquete corresponde a sistemas marcados por la incertidumbre: la parte del león es para Windows Phone, una tecnología cuyos principales fabricantes son Nokia... y Samsung. BlackBerry, el siguiente, es un negocio con el cartel de se vende en la fachada. El tercero de la lista, Bada, un sistema de Samsung que tiene por delante la transición hacia su nuevo sistema Tizen. En último lugar, ese capítulo de otros en el que cabrá de todo.





Mi pregunta es: ¿cuántos de esos otros, una partida de 1,3 millones de aparatos, corresponden a Firefox OS, ese sistema operativo aparentemente revolucionario, basado en HTML5, y apadrinado por una alianza con la fundación Firefox en la que mandan sobre todo los operadores móviles, y singularmente Telefónica? Más aún: ¿qué están dispuestos a hacer sus promotores por llevarse la parte del león de ese ocho por ciento que sí podría dar lugar a un ecosistema de contenidos futuro de envergadura? No se nos olvide que en este momento ya se venden en el mundo más teléfonos inteligentes que tontos, y que el mercado smartphone alcanzará pronto la cifra fetiche de mil millones de unidades/año. Y creciendo sobre todo a costa del segmento de consumidores de poder adquisitivo bajo, que aspiran a un aparato con apariencia y prestaciones de iPhone por una cuarta parte de su precio. Y que no aceptan, por ejemplo, limitaciones para utilizar la última versión de Instagram, Facebook o Twitter.


¿Dónde van a adquirir estos consumidores sus teléfonos con cámara, interfaz táctil y conexión de datos? La mayor parte lo harán a través de sus facturas telefónicas, con terminales subvencionados.
Teniendo en cuenta que Microsoft-Nokia ofrece unos teléfonos con un sistema que incorpora la máxima integración con Skype, el sistema que permite llamar por teléfono a cualquier parte del mundo esquivando las tarifas de voz, ¿de verdad en Microsoft esperan que Telefónica o Singtel, por ejemplo, coloquen a los Lumia en primera línea de los escaparates en detrimento de un Android o un iPhone?



Desde que Schumpeter nos describió los procesos de innovación en el capitalismo manejamos con soltura aquello de la destrucción creativa: en el mundo móvil, el surgimiento de lo nuevo -las plataformas, en este caso, y su secuela de apps y de dispositivos y servicios ad hoc- acaba provocando el desmantelamiento de lo viejo, en este caso los modelos tradicionales, llámense de jardín valladoon deckpush, o como se prefiera.


Todo suena, pues, como un escenario soñado por aquellos operadores de telecomunicaciones, antaño creadores del mercado de las comunicaciones móviles, y preteridos por las plataformas en el proceso de creación de valor añadido. Con un Firefox OS robusto, con una base de usuarios satisfecha y fidelidad, las telecoms tendrían una segunda oportunidad de engancharse al negocio del contenido móvil constituyendo una auténtica plataforma basada en un ecosistema de contenidos ricos, con desarrolladores interesados con su desarrollo. Además, la ruptura del duopolio práctico Apple-Android les permitiría mejorar su posición negociadora como vendedores minoristas de terminales. Telefónica es una empresa tan grande que seguro que en algún rincón de su complejo madrileño de edificios high tech tiene a alguien haciendo un análisis parecido a este, y por supuesto mucho mejor amueblado. La duda es: ¿acertarán esta vez?

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